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martes, 26 de noviembre de 2013

Auténticos héroes (2)




Hace tiempo os conté una historia de héroes


Hoy toca otra

Acalorada discusión el sábado tras la cena. Todo empezó cuando un buen amigo mío espetó:

“Pues dicen que lo de Fukushima es más grave que Chernóbil y que no se va a saber toda la verdad”


 Y me sublevé bastante. Pero creo que con razón. Siendo como es Fukushima un completo desastre, lo que ocurrió en Chernóbil fue muchísimo más grave y las consecuencias peores. Pero bueno, como hay y habrá mucha literatura sobre el tema y muchas mentiras, verdades y verdades a medias en la red, no os voy a aburrir con esto.

Hoy os voy a contar una historia. Una historia de héroes. De auténticos héroes, de los que aparecen cuando el desastre es inevitable y sale a relucir lo mejor del ser humano. 

El 26 de abril de 1986 se produjo el accidente de Chernóbil. Al final os pongo un enlace al porqué ocurrió. No me voy a extender en ello. Si os interesa ya sabéis, a pinchar.

Lo de hoy es algo mucho más humano, una película de sacrificio y abnegación. Una de las mentiras más injustas que se han lanzado es que los que se encargaron de gestionar y parar el accidente eran poco menos que una cuadrilla de ignorantes y de inútiles. Pues no. Lo más granado de técnicos soviéticos, de ingenieros geólogos y de minas, lo mejor de sus equipos de emergencia y militares con una altísima formación en guerra nuclear participaron en las tareas. O sea, que de ignorantes nada. Es una falta de respeto hacia esa gente, que trabajaron en condiciones infernales jugándose y perdiendo sus vidas. La exposición a radiación se mide en roetgens/hora. Normalmente estamos expuestos a una radiación de 20 microroetgens/hora. Escribo el número: 0,00002 roetgens/hora. Los “liquidadores” trabajaron con dosis de 5.000 rtgs/hora. Y sabían a qué estaban expuestos.

Sí que hay una cosa cierta en el tema de la achacada ignorancia: pasaron varias horas hasta que se supo que lo que había estallado era el reactor. Al principio pensaron que lo que había reventado era el intercambiador de calor del circuito primario y secundario, de ahí que lo primero que se hizo fue lanzar agua fría sobre dicho intercambiador con la pretensión de evitar lo que ya había ocurrido. Pero el agua actúa como moderador neutrónico y “aviva la reacción” y complicó aún más las cosas. 

Debajo del reactor había unas piscinas que contienen agua. Su misión es condensar el vapor de las tuberías en caso de accidente para evitar una sobrepresión. Estas piscinas estaban llenas del agua de apagar los incendios y como os digo, debajo del reactor que se estaba fundiendo. Si esta “colada” de fundición radioactiva llegaba al agua se provocaría una nube de vapor radioactivo que afectaría a toda Europa. Lo que se liberaría es “corio” y no tiene nada de gracioso ni de amable


Se tomó la decisión de vaciar las piscinas   y retirar el agua que en ellas había. El problema es que todos los automatismos de la central estaban inservibles. Había que ir andando, meterse en ese infierno radioactivo y a mano abrir la válvula del fondo. Dos hombres se ofrecieron voluntarios, Alexei Ananenko y Valery Bezpalov. El primero había sido de los ingenieros que diseñaron la central y conocía donde estaban las válvulas. El otro era un ingeniero de alto nivel que trabajaba en la central. El tercero era un currela de la central: Boris Baranov, un jovencito.

Lo que iban a hacer era un viaje a la muerte y lo sabían. Total que provistos de trajes de buceo y de lámparas sumergibles se dirigieron hacia las piscinas. Exponerse a esa radiación es brutal. Notas que la piel se te reseca, que se pone morena y que aparecen poco a poco quemaduras por todo el cuerpo. Notas una sensación de agujas en las vías respiratorias. Y notas como te vas muriendo.

El resto del personal estaba contando los segundos sabiendo la qué se jugaban. Y de pronto oyeron el agua fluir a través de los desagües de fondo mientras se dirigía a otro almacenamiento.

Ese día estas tres personas evitaron una catástrofe. Toda Ucrania se hubiera vuelto incultivable. Kiev, con sus dos millones de habitantes, hubiera debido ser evacuada. Y Europa hubiera visto su devenir diario muy comprometido. Todo esto hubiera ocurrido si estos tres hombres no hubieran sido capaces de abrir el desagüe.

Y con su sacrificio Alexei, Valery y Boris lo evitaron. Qué fue de sus cuerpos no está claro. Es muy posible que sigan allí, enterrados en el hormigón del sarcófago que se construyó

Pero que quede claro, ni eran ignorantes ni inútiles. Y lo hicieron por responsabilidad, por humanidad y porque sí.

Os pongo un mapa de hasta donde llegó el material radioactivo


Y un par de enlaces por si queréis saber más del accidente y sus causas


Y lo de Fukushima, siendo como es muy grave, no tiene la gravedad de Chernóbil.

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